lunes, 28 de julio de 2014

Desconchones

Por Manolo Martínez.

Desde mi cama queda demasiado lejos mi infancia, tanto, que a veces la echo mucho de menos. Entonces recurro a un viejo truco que me acerca a ella, meter el dedo en los desconchones. Localizo uno y empiezo a rozar mi índice, despacio, sin prisas, saboreando como se va agrandando aquella hendidura sólo con la presión de mi dedo. Me canso y cambio de falange, introduzco el tercero, el corazón, y ahí perforo sin piedad. Es casi orgásmico, no hay mayor placer que percibir como se dilata el agujero con solo arrimarle la punta (esto más parece las Sombras de Grey que un ejercicio nostálgico) Es enorme a estas alturas, tanto que ya puedo asomarme a él, lo hago y compruebo que está todo igual. Mi padre, sentado en su sillón, tira números sobre el negocio, mi madre vive cosida a la cocina, mi hermana llora desconsolada por irse a la calle, en el parque, con un par de cacerolas, una machacadera de madera y mucha paz encima, mi hermano. Ajeno a todo hago los deberes delante del televisor Fercu, del que sale una vocecilla insignificante. Giro el botón del volumen a la derecha (sic), y la voz, pequeña como su dueño, aumenta mientras nos vende su manta zamorana: “...españoles…el contubernio judeo-masónico y las fuerzas comunistas quieren acabar con España…” Me asusta aquel puñado de palabras desconocidas y misteriosas para mí, y vuelvo a rotar el pezón del volumen, ahora lo hago con sentido común, hacia la izquierda, y la voz empieza a a-pa-gaaar-seee...¡ufff..., qué alivio¡ El silencio recompone mi ánimo. De un salto, lo que es la edad, abandono la sala de estar y me voy al patio. Allí, junto a la ventana de Mariquita, descubro otro desconchón y vuelvo a la carga, hasta que una mano traicionera me da con sus cinco dedos en mi cabecita, mientras me grita:

- ¿Qué...?, luego vendrá tu madre a arreglarlo, ¿no?

...pero, para entonces, ya es tan magno el desconchado que huyo por él.

¿Qué es esto, dónde estoy? Alguien me mete la lengua en la boca, qué asco. A ver...espera, pero si es coño, mi primer amor. Perdonen lectores, puse mal los signos de puntuación, y omití los suspensivos. Empiezo de nuevo:

...pero si es....coño, mi primer amor. Bueno... voy a seguir desconchando, quiero volver a mis calcetines blancos.

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