lunes, 28 de octubre de 2013

Archivo municipal ANTONIO GARCÍA RODRÍGUEZ.

Por Manolo Martínez.

La Corporación Municipal de Carmona, acordó, por unanimidad, que el Archivo Municipal pasase a llamarse Archivo Municipal Antonio García Rodríguez, en recuerdo de quien lo rescató del olvido, en palabras del propio Consistorio.

Su hija, Cristina, habló en nombre de la familia, glosando la figura de su padre, hilvanando recuerdos y emociones, con el rigor y la austeridad, que vistieron todos los actos y palabras de su padre. A Cristina, haciendo honor a su formación, le bastaron cuatro trazos, para esbozar la personalidad de su padre. Lo hizo con apenas tres evocaciones, como cuando, Antonio, repetía a sus hijos un lema familiar que exponía, “No tendremos coche, pero somos ricos en cultura”, dogma que avalaban los más de cuatro mil libros que atesoraban en casa. Ese era el inteligente concepto de patrimonio que les transmitió a sus hijos, el amor a los libros. Habló de Augusto Monterroso, cuyos microrelatos, eran admirados por Antonio, debido a su austeridad, sencillez y falta de artificios. Igualmente, recordó Cristina, las primeras lecturas que su padre le hacía de Platero y yo, de su admirado Juan Ramón. Refirió como, hasta en los juegos, intentó inculcarles la curiosidad, como motor indispensable para acceder al conocimiento, a la cultura, haciendo competiciones en familia para localizar el significado de palabras. Su labor como investigador queda sobradamente avalada por sus trabajos, pero lo que, a mi parecer, llenó la sala fue el recuerdo de la persona, honesta, fiel a sus ideales, firme en sus convicciones, y trabajador innato. La asistencia generosa de familiares, amigos y compañeros, rubricó la estima y consideración que supo granjearse. Fue un acto sencillo, sin demasiados discursos, sin adornos, y aún así, seguro que él hubiese prescindido de algo, por ese afán suyo, tan de persona sabia, de no decir lo obvio, de no alargar las frases, de decir lo justo para ser entendido, razón por la que, estoy convencido, de que esta parrafada mía la hubiese suprimido, eso sí, con su elegante pulcritud. Perdona pues, Antonio, este texto, más barroco que sobrio, más excesivo que parco, en fin, que más que honrarte, estoy mancillando tu comedida y templada sabiduría. Me callo ya, sólo desear que, el Archivo Municipal Antonio García Rodríguez, se impregne, a partir de ahora, de tu honestidad, tarea nada fácil, ni por los tiempos, ni por los personajes que pululan y se hospedan en esos tiempos.

1 comentario:

  1. Querido manolo, una vez más me decepcionas, por muchas razones que me llevarían a escribir mucho más de lo que desearía. No se si te ha molestado que sea este alcalde al que se le ocurriera poner el archivo a nombre de Antonio, o que sea un gobierno del PP el que haya puesto en marcha este homenaje de forma inmediata cuando podía no haberlo hecho o hacerlo en otro momento, en cualquier caso, este alcalde ha demostrado una vez más, y ya van algunas, que las ideologías y las personas van por sitios distintos, y que la generosidad y la honestidad, esa de la que hablas en tu escrito, nada tienen que ver con el pasado, ni con la envidia, ni con la ambición. Por eso el alcalde te vuelve a dar una lección de humildad, con un gesto que lo honra como político y como persona. Sólo habló del homenajeado y de su brillante trabajo. No aprovechó ese acto para hablar de otra cosa que no fuese Antonio, cuando todos hacen lo contrario y han hecho lo contrario (¿te acuerdas de tu amigo Sebastian?). La humildad al servicio de la política, una utopía que algunos lleváis demandando siglos y que luego cuando gobernáis la escondéis bajo el velo de la soberbia y el autoritarismo. Te ha sobrado decir que a partir de ahora habrá honestidad en el archivo, porque esos personajes que pululan ahora, entre otras cosas y libros, son trabajadores y personas que van a consultar. Personas, Manolo, como tu mujer, que trabaja en la casa de la cultura, a no ser que estés señalando directamente al concejal. El mismo concejal, que después de muchos años olvidada la biblioteca y el archivo, ha abierto dos nuevas salas y dado al archivo la importancia que pedía Antonio. En fín, Manolo, Humildad de un alcalde para reconocer el trabajo extraordinario de alguien que tal vez no compartiera sus ideas, humildad, querido Manolo, de la que tu careces, no sólo por ignorarlo a él en tu escrito, que también, sino de lo que dijo de Antonio. Humildad que te falta y vehemencia que te sobra para incluso buscar tu protagonismo en un escrito sobre Antonio en el que te ha sido imposible evitar el apostillamiento final con lo que nos tienes acostumbrado. La verdad, es que ser humilde o reconocerla en los demás, es una virtud que no anida en el corazón de cualquier ser humano, sólo de algunos privilegiados, en los que, desde luego, no te encuentras tú, ni de lejos. Un saludo

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