¿Qué pasa?

No entiendo tanta revolución hacia mi persona sobre la situación que expongo. He de aclarar que no quiero que me solucionen la vida, no quiero que me den ipso facto una vivienda y un trabajo porque, para empezar, estaría faltando a todas las personas que tienen esas necesidades. Pido que me ayuden a caminar, que me escuchen y me den respuestas, si no definitivas, al menos alentadoras. En segundo lugar jamás pensé que mi carta saldría en la página, creía que sólo se quedaría en el foro a comentar por aquellos que tenemos curiosidad por todo esto que está pasando. Ahora me alegro y doy las gracias.

Yo he alzado mi voz y no por eso soy la única que tiene problemas. Hablo a diario con personas que están destruidas, familias que se van a pique y niños que pagan las consecuencias. Lo sé porque estoy en la calle, no en oficinas. La calle es la que habla, los barrios son nidos de historias.

Somos personas, no números ni expedientes. Detrás de cada uno de nosotros hay vivencias, hay un camino, hay sentimientos, hay decepciones y sufrimientos. Estamos luchando contra la frustración de encontrar allí donde deberían ampararnos, sólo una puerta fría.

Para mí esto es un llamamiento a todas las personas que sé que se están enfrentando a un muro en cual no dejan de romperse los dientes, para que dejemos de mirarnos unos a otros, si a uno le dan más y a otros menos. Dejemos de enfrentarnos los ciudadanos, porque nosotros los ciudadanos somos lo más importante que tienen ellos y debemos tratarnos como el tesoro más preciado. Mirémonos a nosotros mismos, miremos la causa de que nosotros no prosperemos. Debemos comenzar a valorarnos más porque ésa es una desventaja para nosotros.

No dejemos que la frustración nos impida ver la realidad y convirtámosla en disposición.

Disposición para decir ¡basta!, ¡estamos aquí y somos personas! Dejemos la indignación de verlos pasear y desfilando como si de muñecos de cera se tratara y pidamos por la comprensión.

Pensemos que son personas que si están ahí es por nosotros y si siguen ahí también es porque nosotros los dejamos, que no son ilustres, ni personas doctoradas, son ciudadanos que alguna vez en su vida también han olido a sudor.

Nosotros tenemos la cara quemada del sol de campo y las manos desgastadas de lejía. Hagamos oír nuestros problemas para poder respirar en paz y, por supuesto, para no ser invisibles.

El gran problema es que no nos ven, ¿por qué? Porque a las dos veces que nos encontramos una traba damos marcha atrás, no nos escuchan, ¿Por qué? Porque las palabras técnicas la mayoría no las entendemos y nos suenan bonitas. Eso no quiere decir que lo que nos digan sea bueno. No nos atienden ¿Por qué? Porque el ciudadano espera y el que espera alguna vez desespera y ellos la verdad que desesperarse mucho, cómo que no.

Llamo a todas las personas que tienen luchas, fatigas, sufrimientos, escasez de básicos, a que nos unamos, porque una persona lucha por lo suyo pero todos en conjunto lucharemos por el todo, por nuestros hijos. ¿Qué van a heredar nuestros hijos? Deudas, represión, una ciudad turbia. Yo para los míos no lo quiero y supongo que usted tampoco. ¿A que duelen los hijos?.

Están jugando a vendernos un futuro que por mucho que digan, en sus manos es incierto y lo estamos viendo día a día. Luchemos por el ahora, por lo que creemos. No invirtamos nuestro tiempo en cosas vanas. Hagamos un examen de conciencia y digamos que ya no más.

Cuántos de ustedes no tienen el cuerpo asqueado de pensar en sus familias. Cuántas noches hemos pasado en vela pensando que será de nosotros al día siguiente. Yo digo que esos días no queden en saco roto. Porque nuestro sufrimiento merece ser valorado y merece ser tratado con respeto y honestidad.

Si ellos no nos ven, hagámonos el gigante más duro.