Aún son niños

El Bisturí. Por Manolo Martínez.
martinezmanolo63@hotmail.com
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Hace poco televisión española nos “regaló” un escalofriante reportaje sobre la explotación infantil en América Latina. Desolador. Recuerdo que eran las diez y media de la noche, y a hurtadillas saqué a mi hijo mayor de la cama, para que viera aquella cruda realidad commigo.

Vimos criaturas, que con 5 ó 6 años, escarbaban en un basurero buscando cualquier cosa comestible o vendible ,mientras una piara de cerdos compartían tareas a su alrededor,... y yo me vi en Mc’Donald con mi hijo , tirando media hamburguesa y media Coca-cola en la bandeja , porque lo que buscábamos no era alimentarnos , sino el último juguete que la multinacional regalaba por consumir sus productos.

Vimos niños peruanos, de apenas 9 años, fabricar ladrillos a pleno sol mientras le contestaban al entrevistador, que después de 10 horas de trabajo estudiaban para poder salir de allí, ... y yo me vi con mi hijo, sentados ambos, abriendo una libreta nueva, sobre su flamante escritorio iluminado por una lámpara de último diseño, con un lápiz Faber-castell en una mano, y una goma de borrar que huele a nata en la otra mano, rogándole que acabase los tres problemas que le quedaban.

Vimos niñas, de 12 y 13 años, que empezaban a trabajar a las 6 de la mañana, limpiando, cocinando y fregando en las casas del explotador de turno, ... y yo me vi haciéndole la cama a mi hijo, mientras mi hijo tumbado en el sofá, veía un capítulo repetido de Shin-Shan. Vimos, mi hijo y yo, como familias enteras bajaban a las minas, mientras masticaban una bola de coca para poder soportar aquellas condiciones de trabajo a 100 metros de profundidad,... y yo me vi, con mi mujer y mis dos hijos en el parque del Alamillo, hastiados por llevar allí 4 horas jugando al fútbol, paseando en bicicleta y echándole de comer a unos patitos que están a punto de reventar por una indigestión de gusanitos. Cuando mi hijo me preguntó por qué razón había niños que trabajaban, intenté explicarle, que todo se debía al injusto reparto de la riqueza, y que ese agravio provenía de personas que acumulaban fortuna a costa de la miseria de otros. Que eso de culpar a las multinacionales de la indigencia en el mundo era un eufemismo, ¿quién forman las multinacionales, alienígenas...?. Intenté, ( ¿lo conseguí? ), hacerle ver que la tiranía también vive entre nosotros, disfrazada de contratos basuras, de emigrantes sin asegurar. Al parecer hay mucho primate que defiende que la riqueza sólo es fruto del esfuerzo del empresario que en comunión trascendental con su poder, aumenta las ventas, triplica ganancias, y genera empleo, todo a solas. ¿Quién conduce los camiones durante 12 horas? ¿Quiénes cobran en las cajas de los hiper 10 horas seguidas por sueldos limosneros? ¿Quienes cargan y descargan los barcos repletos de mercancía hasta altas horas de la noche? ¿Quienes atienden a los clientes en Nochebuena, Nochevieja o día de Reyes, el dueño de Zara o el del Corte-Inglés, por citar a dos? Joder, ¡mira que son listos!, y encima reciben el reconocimiento de la sociedad, de los gobiernos... Debieran ponerle, a cada explotador, un sello en la frente que rezase: fecha de caducidad: 21 de octubre de tal año, como a los yogurts. Quizás así, al recordarles su incanjeable mortalidad, frenasen su ambición. Lo bueno es que el sello existe , sólo que no se ve. Será cuestión de echarle tinta.

Esa noche, confieso que no dormí tranquilo, por haber exhortado al crío a contemplar tantísima miseria, justo antes de que el sueño le sorprendiera, sobre una almohada que huele a suavizante y arropado en sus sábanas limpias y recién planchadas, mientras leía las aventuras de un niño que hace magia y que se llama Harry.

- ¡Harry , coño!, pon tú orden en este jodido mundo.